miércoles, 15 de septiembre de 2010

Coño!!! Pero si tengo la puta pistola. El Z está a menos de cinco metros de mí, puedo ver su mirada vacía, su boca abierta es como el pozo de la muerte. El disparo suena como un cañón. Un tercer ojo aparece en la frente de la criatura y una especie de líquido viscoso le sale del nuevo ojo, el zombie cae desplomado hacia atrás. El silencio se adueña del momento. De repente oigo un ruido detrás de mí, me giro como un resorte, sólo me queda una bala.
-No dispares, no dispares, soy humana, no soy ninguna de esas cosas
-¿ Lola ?
-¿ Curry ?
-Pero qué coño haces aquí, joder, no estabais en Ática.
-No, estamos todos aquí, bueno, todos los que quedamos, escapamos en un autobús. Rápido, entra antes de que vengan más cosas de esas.
Corrí hacia el fondo del pasillo sin dejar de mirar hacia atrás. Joder estaban casi todos allí. No entendía nada. Juanma, Manoli, Teresa, el Calvo, incluso había gente que no conocía de nada.
Me contaron que a los pocos días de irme yo de Ática, algunos de ellos decidieron también salir de allí, después cogieron un autobús abandonado en plena Avd. Europa y cuando estaban entrando en Madrid por Moncloa, una horda de muertos vivientes se abalanzó sobre el autobús e hizo que este volcara. Joder, casi lo que me pasó a mí, la putada es que yo iba en una moto de mierda y de la ostia que me di, me rompí la clavícula. También me contaron que habían visto como algunos de nuestros amigos habían sido devorados por lo putos Zs, y que habían perdido el contacto con otros tantos. A su vez yo les conté, como salí de Ática, como encontré la moto y como me di la ostia. Les dije que mi idea seguía siendo la de ir a buscar a mi mujer y a mi hijo y que no era negociable, mi única misión, mi prioridad absoluta por encima de cualquier otra, era esa. Y no tardaría mucho en llevarla a cabo. El tiempo que tardara mi hombro en curarse.

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